Ante esta situación el equipo médico decidió transfundirle un litro de sangre esta vez.
Pasado un mes la mujer regresó, todavía más débil. La garrapata esta vez tenía el tamaño de un gato y sobresalía de la camiseta como una joroba. El equipo médico, tras una breve deliberación, decidió que necesitaba una transfusión de cinco litros de sangre antes de mandarla a casa.
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