Para muchos migrantes Mastodon tiene el efecto del despertar de una pesadilla.
De golpe se dan cuenta que pueden poner un toot sobre una opinión, un gusto, o una preferencia, sin que salga de la nada un estúpido agresivo a responderles. Notan que pueden llevar adelante una conversación sobre algún tema de su interés, sin ser interrumpidos con violencia por un desconocido.
Es un despertar a esa verdad que los agentes interesados se ocuparon de ocultar en las redes privativas: el prójimo no es una bestia, no es un imbécil, no es un fanático ni un nazi. Es alguien igual a cualquiera de nosotros, con el que podemos coincidir o disentir, sin que eso signifique odio o desprecio.
Tuitre no era lo real, nunca fue lo real, la gente no es lo que se veía allí.
Bienvenidos a la vigilia.