Si las tecnológicas despiden, sus usuarios también las despedimos.
Lo nuestro empezó mal: no quisiste venir a España hasta que redactaron un Código Penal a medida de las productoras cinematográficas, que criminalizaba las páginas de enlaces P2P y torrents. Eres más cara que toda la competencia junta, y encima no permites que se comparta la conexión: en tu mundo ideal del copyright estaría prohibido dejar un libro o un disco a un amigo. Pues bien, hasta aquí hemos llegado.
Adiós, Netflix.