El problema es que si en cualquiera de los dos bandos se llega a la conclusión de que la amenaza les deja en una situación intolerable podrían decidir efectuar un ataque preventivo rápido, en el caso norteamericano, o lanzar un ataque total de ICBM o SLBM con la esperanza de anular a tiempo la capacidad del enemigo de atacar en el caso ruso.
El problema es que ninguna de las dos estrategias funcionará, y todos los escenarios conducen al desastre total.