Si en el momento de su muerte le preguntamos a 100 personas qué les faltó en la vida,
nadie dice "me faltó ser director ejecutivo", "mi peor fracaso fue no comprar el coche X"; la gente dice "me faltó tomarme un té con mi papá", "me faltó jugar más con mis hijos", "me faltó disfrutar más de mi hobby".
Todo lo que aprecia la gente en su muerte es la vida.
Entonces el llamado es ¡vivamos!