¿Recordáis aquel cliente que se estaba retrasando un montón en pagar una factura?
Os recuerdo los antecedentes.
Llego a un acuerdo con una empresa para la publicación de un artículo. Precio acordado, deadline acordado, y me pongo a trabajar.
¿Recordáis aquel cliente que se estaba retrasando un montón en pagar una factura?
Os recuerdo los antecedentes.
Llego a un acuerdo con una empresa para la publicación de un artículo. Precio acordado, deadline acordado, y me pongo a trabajar.
Aprovecho para avisar que en mi agenda de autónomo tengo huecos, y que se me da muy bien escribir sobre naturaleza y medio ambiente. Y que, por tanto, estoy abierto a colaboraciones.
Podéis pedirme presupuesto sin compromiso, por mensaje privado, o a través de mi formulario de contacto en alvarobayon.com
(se agradece boost)
La cantidad de puertas que me puede cerrar el simple hecho de luchar por que se me pague en el plazo en que me tienen que pagar es abismal.
Y es una mierda.
Me parece deplorable que haya grandes empresas que se pasen la ley por el forro de los cojones solo porque son gigantescas y, por tanto, inmunes.
¿No te pago en plazo? Me da igual. No me vas a denunciar, porque soy quien soy, y si quieres ser alguien en este mundo, tienes que pasar por mi.
¿Que me denuncias? Pues me importa una mierda. Te pago lo que te tenga que pagar, porque estoy forrado de pasta (en parte de toda la gente a la que no pago a tiempo), y tú no vuelves a trabajar conmigo.
Sin embargo, sí he puesto todo esto en manos de mis abogados.
No he sacado a colación el tema de la indemnización por retraso del pago.
Es algo que me guardo en caso de que sigan sin pagarme. Soy consciente de que el día que les haga esa exigencia —primero por vía amistosa, luego por la legal— será el día que, seguro, se cierre toda relación con la empresa. Y es algo que no me interesa. Es actualmente una de las empresas más importantes de comunicación.
Les digo que no es plato de buen gusto para mi hacer este recordatorio, porque, al tratarse de la empresa de la que se trata, me gustaría poder colaborar con ellos con cierta frecuencia. Pero que tienen que entender que yo cumplí rigurosamente con los plazos que ellos exigieron, y es de esperar un igual trato.
Estamos a día 26, y el dinero ni está ni se le espera.
Así que hoy he vuelto a comunicarme con la empresa, recordándoles las fechas —con correos electrónicos adjuntos, y la factura— y también lo que dice la ley:
«El plazo de pago que debe cumplir el deudor, si no hubiera fijado fecha o plazo de pago en el contrato, será de treinta días naturales después de la fecha de recepción de las mercancías o prestación de los servicios».
Estamos a primeros de septiembre. Me dicen que hasta que la revista no salga de imprenta —es una revista en papel— no pueden pagarme, y que el 20 de septiembre me pagarán.
El 20 cae en miércoles. Consciente de que a veces las transferencias se retrasan hasta tres días, y habiendo un fin de semana en medio, decido darles un poco más de margen de maniobra.
El mes de julio resulta infernal, y en agosto me voy de vacaciones. Habiendo vuelto de ellas, verifico que la factura aún no ha sido abonada.
Hago una primera comunicación: ¿Cuándo pensáis pagarme?
El 19 de junio envío la versión preliminar del artículo, y emito la factura.
Dos días después, me devuelven el artículo con algunos cambios menores que me piden hacer. Llevo a cabo los cambios tal y como yo considero que debo hacerlo, y se lo devuelvo. Todo correcto.
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