Me encontré este carrete de cable en la esquina, lo recogí, lo limpié y le pinté las tapas, para ponérselo de mesita de noche a Benjamín, que andaba antojado de tener dónde poner sus libros…
Cuando la vió me dice: mamá! ¿dónde compraste esa mesita?
Le conté que la había encontrado en la calle y abre los ojos sorprendido: ¿¡Pero quién pudo botar esa preciosidad!?
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