Con 16 años tomé la decisión de dejar de depilarme. Aprendí muchas cosas que damos por sentado:
– La depilación en nuestras sociedades NO es una elección para las mujeres. Cuando yo leía a las feministas en Internet afirmar esto, siempre había algún iluminado que decía “¡Nadie os pone una pistola en la cabeza!” o incluso “¡Nadie os dice que lo hagáis!”. No hace falta que te pongan una pistola en la cabeza para que algo sea imperativo. Especialmente en el contexto familiar, he sufrido críticas, burlas, presiones, señalamientos en público y chantajes. Fuera de mi familia... a saber lo que se habrá dicho de mí a las espaldas.
– El nivel de interiorización del imperativo de depilación es tal, que me he enfrentado a comentarios como: “¿Y vas a ir al médico así?”. Al MÉDICO, señores. ¿Tengo que ser sexualmente apetecible para el personal de salud o qué?
(Sigo).