Hace unos días Elena murió atropellada por un coche en Salamanca. Cruzaba un semáforo en verde. El coche tenía el sol de frente y para él, el semáforo ya estaba en ámbar. Era un punto peligroso que ya había sido denunciado.
Elena tenía 2 hijos. Era jefa de estudios en un instituto. Su marido y yo nos conocemos desde niños. Su entierro fue multitudinario y la noticia salió en los medios locales.
Shit happens, lo sé. Pero también sé que a veces me acelero en ciudad, me impaciento y conduzco con más brusquedad; no mucho, pero quizás lo suficiente para que, si se dan las peores coincidencias, alguien salga herido.
Salamanca es pequeña. Sabemos que el conductor del coche era compañero de trabajo de Elena. El psicólogo que le trató dice que va a tener más trabajo con él que con la familia de la fallecida.
Ayer pasé a propósito por el lugar del accidente. Quiero que se me grabe bien, para tener muy presente que cada vez que cojo el coche, hay vidas en juego.