Mi trastorno disociativo va cada día a más.
Qué ganas de ver al neurólogo.
Porque ya no son los episodios en los que me siento como dentro de una campana de cristal, es que el resto del tiempo no vivo mi vida. Soy una mera espectadora.
No me extrañaría nada que cualquier día despertara y hubiera sido todo un sueño. Que resulta que esté en coma y todas mis últimas vivencias hayan sido sólo fruto de mi imaginación.
Da miedo pensar que cualquier día me despierto y mis hijos no existieron nunca. Y vosotros tampoco. Que mi vida desde 2008, haya sido sólo un sueño comatoso.