Mi apuesta reciente por la proximidad también va de viajes.
En nuestro caso, pasa por explorar el noroeste de la península, una zona donde cabe un pequeño mundo y está tan vacía que todo el mundo se alegra de que vayas a su pueblo a gastar dinero.
Nos hemos venido a pasar 7 días a un pueblo de Aveiro, Portugal, a 3h en coche de Salamanca (es la playa más cercana) Bueno, más que playa es una región de dunas donde puedes plantar la sombrilla con un campo de fútbol de espacio hasta el bañista más cercano.
La idea es movernos en tren a Oporto, que está a 40 minutos, para excursiones más culturales, y el resto del tiempo, perdernos en la grandeza oceánica de esta inmensidad de viento, cielo, olas y dunas asalvajadas.
El ambiente es muy tranquilo, hay chavales haciendo surf, poca densidad de visitantes, cero fiesta, cero estridencia.
No vengáis. Es horrible. 😉