En Salamanca vivo sin smartphone. Pero son enormemente útiles para viajar. Tienes la guía de viajes, el GPS, la cámara fotográfica, el teléfono, etc. Así que lo he traído para mis vacaciones.
Sin embargo, me alegro de comprobar que tenerlo a mano no me está llevando a ningún uso adictivo.
Creo que me he desintoxicado del smartphone y puedo convivir con él sin peligro.
¿En qué lo noto?
En que puedo pasar horas sin sacarlo del cajón donde está guardado.
Si voy a la playa lo dejo en casa. Si voy a comer o a cenar lo dejo en casa. Si me voy a dar un paseo lo dejo en casa.
Solo lo saco si hago una excursión a un lugar que no conozco.
Y cuando estoy en casa, el smartphone sigue guardado en el cajón.
Puedo volver de cenar, ver un rato la tele, acostarme y no mirarlo hasta la mañana siguiente.
Lo chequeo como quien mira el correo una vez al día. Y vuelta al cajón.
Vivir sin smartphone una temporada es la mejor escuela para vivir bien con smartphone.