Los antiguos griegos no usaban la palabra «idiota» (en griego antiguo: ἰδιώτης, romanizado: idiṓtēs) para desprestigiar a aquellas personas que no participaban en la vida civil o no votaban. Un ἰδιώτης era simplemente un ciudadano particular, a diferencia de un funcionario. Más tarde, pasó a designar a un lego o una persona inexperta, luego a alguien iletrado o ignorante y, mucho después, pasó a significar «estúpido» o «deficiente mental».