refugio que no cuartel
ni espalda ni pudridero
cueva para albergar
lo que arde y lo que sueña
la ternura de lo posible
para plantar el cuerpo
y descansar de la sospecha
no para afilar el arma
que nos legan al nacer
nuestro nombre
bosque que disuelve
para ampliar el terreno fértil
y abandonar los territorios
no para devorar al extraviado
es inevitable
vivir dentro de la pauta
pero se le puede pedir a la urdimbre
al callejón trasero
donde medran animales sombríos
que nos sostenga fuera del horario
que haga de nosotros parte
de la deriva que no amamanta
ni atraviesa
el cuerpo gris de lo estipulado