A Grigori Rasputín no lo asesinaron dándole de comer pasteles y vino con cianuro, disparándole varias veces y arrojándolo después al río Málaya Nevka cuando sobrevivió a las dos primeras. Una autopsia contemporánea constató que simplemente fue asesinado a tiros. Un relato sensacionalista de las memorias del coconspirador, el príncipe Félix Yusúpov, es la única fuente de esta historia.