Cuando le conté a las personas de mi entorno que iba a adoptar un gato negro, hubo varias que me comentaron si no me daba reparo, por la mala suerte. Me resultó curioso porque no vino de gente mayor, sino joven, y no me esperaba que una idea así calase en la mentalidad actual.
Por supuesto que creo que hay cosas que dan mala suerte si te cruzas con ellas: un multimillonario, un político "preocupado", un sacerdote católico, un "nostálgico" de tiempos pasados, un neonazi, un policía antidisturbios, un periodista "imparcial". Corres peligro en cuanto ponen su mirada en ti, y más te vale rogar para que no te dediquen más de un segundo de su atención.
Pero un gato negro, puedo asegurarte que no, no da mala suerte. Con él estás a salvo. Preocúpate por los otros.