Querida loca resentida:
Confeccionar un diario es seleccionar lo que deseas que se fije del pasado reciente dándole una narrativa donde forma y fondo casen. Un diario es otra forma de manipulación de la memoria.
Lo primero a comentar hoy es que estoy eludiendo una mala noticia con la que me topé en los diarios nada más sentarme al escritorio con el té negro doble de cada mañana. Necesito que no haya tenido lugar hasta que sepa integrarla en mi circuito mental.
He comenzado a escribir un artículo. Como ningún medio me publica lo haré yo, lo novedoso sería lo opuesto. Intento mezclar memoria con sentimientos y percepciones, también algunos hechos, pero son lo de menos: no soy periodista ni aspiro a serlo. Para mí, los datos son complementos. De poder elegir no lo hubiera escrito, como suele suceder es por necesidad. Espero saber terminarlo, posiblemente será mañana.
Supongo que ya va a hacer una semana desde que las temperaturas descendieron a lo esperable (y deseable) en octubre. Controlo mal el paso del tiempo. Entonces deseché el pantalón corto que seguía usando para andar por casa (llevo desde la temprana adolescencia sin usar esa prenda en la calle) por otro largo, uno de tela a cuadros blancos y rojos.
En mi afán por aprovechar la ropa, finalizando la primavera lo guardé con un agujero modesto y discreto en la entrepierna. En unos días ha evolucionado a ventanal. La tela ha seguido rasgándose con mis movimientos, fundamentalmente al agacharme, como cuando la tijera corta el papel empujando hacia delante sin necesidad de apretar los extremos.
Debe de haber una microcorriente de aire en las perneras, de los tobillos al agujero y al contrario. La ropa interior es la herramienta para regular sus efectos. Ahora sí que es un pantalón de entretiempo.