Me gusta que parezca que tengo vida cuando estoy sin publicar demasiado. Solo estuve entre sábanas y toallas y arreglando unas flores en los jarrones que he encontrado por casa con mi madre, exprimiendo su visita. Y ya de camino deshaciéndome de lo prescindible. Pero eso nunca lo diré, dejaré a la gente de la internet, ese ruido de fondo -a veces cansino, la mayor parte del tiempo bonachón- pensando que por fin me conseguí una vida propia. Cada día performo mejor y gasto un cutis más fino. Cualquier día me llevan presa por haber roto el marcador de tías divinas.