Tengo nueve años y oigo gritos. El resto de mi vida lo dedicaré a olvidar ese momento, el momento exacto en que acabó mi infancia.
Con un poco de suerte, he encontrado al narrador de mi venola, una novela desordenada. El punto de vista es un horizonte temporal y de destino. Volver a esa infancia, siguiendo las pistas que dejan las cartas, un cajón entero lleno de cartas familiares.
Nueve años, disculpen las faltas de ortografía.
Gritos.