He entrado a tomarme un zumo de naranja a un café nuevo del barrio. Colores pastel. Vitrina de dulces. Fotos en blanco y negro de época. Frases motivacionales de psicología positiva y... musicón dance a todo meter.
Le he preguntado al camarero si era normal que pusieran esa música (para volver o no) y me ha dicho que es una playlist que va sola.
Estas incongruencias musicales son más habituales en España que en otros países europeos. Yo lo achaco a una cultura de la hostelería.
La música machacona sirve para estimular al pobre empleado que echa más horas que un reloj.
También para que el cliente no se apalanque con su IPad, para que consuma rápido y se vaya.
Pero también es posible (no lo descartemos) que el dueño ni siquiera sea capaz de entender la clase de música que le pega a su "cafetería cuqui" de serie.
Ay, lo feliz que fui este verano en Portugal, donde la gente habla bajito y la hostelería respeta y cultiva esa quietud.