Soñé con el pino sobre la loma, recortado en rojos y naranjas, ya sombra y sugerencia. Esa imagen poderosísima de lo que devora la oscuridad mientras voy de vuelta a casa.
En el sueño detenía el coche en la cuneta y echaba andar hasta esa loma. En el sueño desaparecia, me disolvía, volvía a tener espacio en el pecho.
He dormido bien profundo. Se disfruta mucho esa pequeña muerte que nos lava.
Después de repasar la poesía que ha ido apareciendo por aquí en los últimos días (estoy contento, cada vez veo más y más variada) apuro el café, contemolo a Marcello acicalarse en el regazo, no hay plan para hoy, la vagancia y el vagabundeo son un buen trampolín. Veremos.