Me reconforta cómo sabéis acompañar, hacéis más habitable la realidad por el simple hecho de no esconderos, de que se os note lo sensible, lo abierto, lo airado, lo distinto o lo roto. Me acompañáis, me abrís cajones ocultos, me regaláis claves y puntos de fuga.
No dejéis de estar al margen, alguien tendrá que ejercer de guardian de las puertas del escampao.
Os admiro, os abrazo.