Las tres palabras más hermosas de la lengua catalana son pescallunes, somiatruites y lletraferit.
Heredé de mi madre las tres condiciones, el idealismo romántico de una mujer condenada a ser Quijote frente a todos los Sanchos. El mural del triste hidalgo velando sus armas que presidía el salón familiar daba fe de mi destino: pescar la luna y combatir por imposibles en la playa de Barcino.
Soy el hijo de la Pili. Lo imposible es el punto de partida.