Hemos seguido el rastro hasta aquí,
hasta este túmulo de cuerpos rotos,
de mentes gruyer, demadiadas huellas
encaminándonos a lo dócil,
una luz y un olor de fondo, un cebo
que sirve para todos las culpas,
la promesa de un refugio, de un hogar,
de un entendimiento;
pero el corazón del mundo es este túmulo,
esta mirada hundida, el hastío de haber
seguido a rajatabla los senderos
para llegar a esta montaña de muerte.
La cima corazón del mundo es esta,
no terminar nunca
lo que se empezó sin nosotros.