Estudiando El Conde Lucanor, un libro de cuentos educativos para la nobleza de la edad media, de nuevo me vuelvo a encontrar con el espíritu profundamente anticapitalista de los nobles castellanos.
Sin perspectiva histórica, a nosotros puede parecernos que las clases altas siempre fueron uña y carne con la burguesía comercial e industrial, pero qué va.
Los nobles, los tenedores de tierra, feudos, ejércitos y títulos nobiliarios, se opusieron durante siglos al enriquecimiento por medio del comercio, la manufactura y las finanzas.
¿Razón? La burguesía que así se enriquecía les disputaba el poder, la hegemonía, el estatus político y social.
En El Conde Lucanor hay muchos cuentos que previenen al conde de ejercer prácticas capitalistas.
El que más gracia me ha hecho es el que se ilustra con una versión del cuento de la lechera, cuyos orígenes que se remontan al Panchatantra, una colección de fábulas en sánscrito cuya antigüedad se cifra en el III a.C.
Nunca había visto el cuento de la lechera como una fábula anticapitalista, pero es exactamente eso.
Queda este botón de muestra de que, durante milenios, la sociedades antiguas aplacaron el poder nacido de la especulación y el comercio, identificándolo como una fuente de muchos males.
Y lo lograron hasta fechas relativamente recientes.
Es interesante recordarlo hoy en día, que vivimos un nuevo orden donde los comerciantes y especuladores están asumiendo el control de las democracias más importantes del mundo.