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Querido @juan ¿por qué prohibir el burkini y el burka es una cuestión de derechos civiles? Porque hasta ahora no estaba prohibido y nadie, realmente nadie, lo usaba de propia voluntad. Sin embargo un grupo de militantes empezaron a usarlo para testar los límites de la tolerancia. ¿Tolerancia con ellas? No, no realmente, sino con la capacidad, conocida y comprobada de la estructura religiosa y familiar para imponer una carcel de tela a las mujeres de su entorno.
¿Qué pasa si se prohibe? Que unas cuantas militantes islamistas (no necesariamente jihadistas pero desde luego minoritarias entre las mujeres musulmanas) no podrán vestir como quieran.
¿Qué pasa si se permite? Que la coacción será inmediata sobre miles de mujeres y al final todas las que no quieran sufrir abusos en su cotidianidad contra los que el estado no podrá ni sabrá defenderlas tendrán que usarlo.
Tengo el tema cercano por la madre de una buena amiga, profesora de gimnasia en Marruecos que siendo militantemente liberal presionó -con su marido, por cierto- para que se prohibiera a las deportistas usar pañuelo en la pista... porque si no, en la cancha le pasaría lo mismo que en la calle, que en cuanto salía de los barrios caros, y no viven en uno de ellos, si eres mujer y no lo llevas, recibes todo tipo de agresiones.
El motín de Esquilache lo montaron los malos, Juan. Los Esquilache-Valls de todos los tiempos saben que hay cosas mucho peores y más coactivas q el estado.
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@juan y sobre Muguruza... menos mal que no hablaron, o crees que merece la confianza y el riesgo de una posible lesión jugar con alguien que ya lleva dicho más de una vez, y cito literalmente: «No quiero jugar. ¿Crees que voy a pelear estando 0-3 en el segundo set?»
Nadal será todo lo «nacional» que quieras, pero juega, como todos los grandes (que maravillosa final y final de consolación masculina nos dieron) dando todo de sí, vaya perdiendo o ganando. Por eso es emocionante verle, no porque lleve una camiseta u otra. Muguruza solo «se pone a ello» si parece probable ganar, es la versión deportiva de la parodia del milenial caprichoso. Me da igual que camiseta lleve o a qué deporte juegue, no me interesa lo que haga, ni cuando le vaya bien.
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@juan Si algo me gusta del tenis es lo poco que cuenta el cálculo nacional o nacionalista en la gran mayoría de las decisiones que toman los jugadores. En estas olimpiadas en el torneo masculino se jugaban dos cosas de especial relevancia, la primera era si Novak Djokovic ganaba la medalla de oro y hacía un año ganándolo absolutamente todo, vamos todo, hasta los partidos de entrenamiento. Supimos rápido que Djokovic al final este año no era tan invencible, fue derrotado en la primera ronda. La segunda gran incógnita era quién se iba a convertir en el rey del tenis olímpico, quién iba a conseguir la medalla de oro en dos olimpiadas diferentes. Los dos candidatos eran Rafael Nadal y Andy Murray, al final ya hemos visto que Andy Murray es quien se ha coronado como rey del tenis olímpico. Dos medallas de oro, además, en años consecutivos. Nadal se quedó en el camino y toca decir que con mucho esfuerzo y jugando hasta el final, hasta la última pelota, la verdad que es de reconocer. Ahora la mirada de todos los tenistas está en el US open y seguramente es la prioridad de Nadal es este momento como lo fue para muchos tenistas como Federer que mirando al US open decidieron no ir a las Olimpiadas. La verdad que no está bonito cancelar un partido pero puede que estuviera muy desgastado, no es de los que abandona pronto
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@juan Y sobre Muguruza, pues lo que comenta @david mi gran enfado con ella es que no quiera jugar cuando va perdiendo y por lo mismo escribí sobre Federer y su maestría para seguir jugando aún cuando se pierde el control https://lasindias.com/se-puede-seguir-jugando-cuando-se-pierde-el-control
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@david @juan Hola David? ¿Ves en la actuación del público brasileño en contra de ciertos deportistas alguna relación con los temas habituales de Las Indias? Si en Facebook es un pasatiempo publicar peleas callejeras en las que no interviene nadie... mas bien, filman con el móvil, en un estadio abuchear al rival puede parecer lo más normal del mundo.
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@olafdominguez llevaba días mordiéndome la lengua... los Juegos Olímpicos siempre tuvieron un elemento de propaganda y exacerbación nacionalista insufrible, pero los que no somos creyentes en esas cosas tras la caída del muro pudimos reconciliarnos poco a poco y disfrutar del deporte la mayor parte del tiempo. Pero estas olimpiadas son otra cosa. Entre que a la cultura de la adhesión que ya existía en el deporte se ha unido como apuntas la que venía de la centralización de la red y la falta de cultura deportiva y el nacionalismo enfermizo de buena parte del público (los que apoyaban ruidosa y hooliganisticamente a «Argentina» cuando no jugaba una selección nacional sino del Potro, rompiendo el ambiente tradicional del tenis; los abucheos en gimnasia, atletismo, etc. a los jugadores más cercanos en resultados a los brasileños, etc.)... creo que se ha cruzado una línea. Esa que tradicionalmente pretendía que podía haber una entente entre los valores deportivos, la educación y el nacionalismo. Es folklor, de acuerdo, pero creo que ha sido peor ambiente olímpico que las tan comentadas olimpiadas de Berlín del 36.
Al final para mi, la moraleja principal es que el principal enemigo de eso que llaman los «valores occidentales» e incluso de la convivencia, está en el nacionalismo, ese virus del heredado del rechazo del romanticismo alemán a la revolución francesa, que pudre a Europa por dentro y amenaza con hacer estallar de nuevo la civilización entera.
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@manuel @david Me gustaría concentrarme en el deporte en general. Ya está viciado por el nacionalismo tal como se insinúa en los comentarios y esto marcha contra toda la garaia de la batalla deportiva; pero creo que indirectamente también lo está por el dinero como muestra el hecho de que muchos números uno no acuden a los juegos y otros se dejan ganar a fin de poder acudir al próximo torneo en buena forma. Hace tiempo escribí comparando a Nadal y Federer y quizá ambos son una excepción en este punto; pero como ya dije uno es elegante y el otro niño mimado y explotado.
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@juan pero en el caso del tenis, esos torneos a los que corren los jugadores profesionales están más desprovistos de significado nacional que los juegos olímpicos hoy en día o la copa davis y otros torneos por naciones. Justamente lo que les hace dar prioridad a esos torneos no es un sentimiento nacional sino un cálculo de los puntos que se reparten para la clasificación de la ATP y la bolsa de premios. Este año no fueron a las olimpiadas 5 de los primeros 10 de la clasificación mundial, entre ellos Federer, y desde una mirada nacional lo prioritario hubiera sido ir a defender los colores de su país pero por el contrario decidieron prepararse para el grand slam que falta del año, el US open.
Recuerdo ese post sobre Nadal y Federer, un post precioso, hasta ese post nadie había conseguido describir tan bien la diferencia entre Nadal y Federer.
Sigo todo el año los torneos de tenis y desde el principio me hacía poca gracia Nadal por lo mismo que comentas, un mimado. Pero ahora después de tantos partidos y tantas pelotas rescatadas en laterales imposibles de la pista me ha empezado a conquistar
@david
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@david @olafdominguez "ese virus heredado del rechazo del romanticismo alemán a la revolución francesa" que rara esa Alemania del XIX tan avanzada y a la vez tan en el pasado (el "paisaje", la "naturaleza").
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@diego Creo que tiene que ver con dónde colocas lo impredecible. Alemania y el imperio Austrohúngaro eran herederas de una tradición regulacionista bien establecida en el siglo XVIII con patentes reales para cada oficio y normativas sobre cualquier cosa, incluso sobre qué ropa y joyas podía usar cada clase. Los «buenos viejos tiempos» de Leopoldo II en Viena y más tarde de Federico de Prusia, se caracterizaban por ofrecer, frente al caos francés o británico, vidas predecibles y relativamente prósperas para la baja nobleza, la clase media y los trabajadores gremiales. Y eso caló, especialmente al verse confrontado con la invasión napoleónica. Lo más característico de la idea de nación en los países germánicos fue que en vez de reivindicar la soberanía popular (la igualdad de derechos frente al estado y el libre juego de intereses individuales dentro de un orden común), reivindicó desde el principio el orden no en las premisas, sino en los resultados, por encima de la libertad individual o los intereses de grupo. Se trataba de eliminar lo impredecible en pos de la unión del pueblo (en principio frente al francés, luego frente al «concierto europeo» que evitaba la unión alemana).
La cuestión es que lo impredecible existe por mucho que intentes expulsarlo de la vida social en todas sus manifestaciones. ¿Dónde confinarlo? Al terreno de la animalidad, de lo salvaje, de lo no-humano. El mundo de esos bárbaros soldados napoleónicos). El problema fue que... @olafdominguez
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@diego ... en buena lógica esencialista -porque mientras, habían llegado al esencialismo como alternativa ideológica a los valores revolucionarios y ideales igualitarios de nación del invasor francés- la Naturaleza también tenía que dividirse, también era parte de la esencia. Tenía que haber una Naturaleza alemana en el origen de las virtudes alemanas (ahí aparece la raza como categoría nodal del nacionalismo alemán) y además tenía que haber una experiencia específicamente alemana y distintiva de esa Naturaleza: y eso fue «lo terrible y lo sublime», la Naturaleza como puerta en la que a través de lo terrible el pueblo alemán llegaría a lo sublime, a su destino místico.
Así, el nacionalismo alemán será siempre desconfiando y reticente -como luego el vasco- a aquello que precisamente era lo único que impulsaba el nacimiento de una nación alemana: la industria y el mercado, y sus expresiones hasta la fecha (el famoso «capitalismo bávaro») aspiran a un mundo empresarial fundido en el estado, regulado, controlado, institucionalizado en una suerte de funcionariado del trabajo, que evite que el «caos del mercado» permee la sociedad entera. Y en la misma lógica, la Universidad alemana, solo será contestataria (en el 1848, en los años 20, en los 70) para proponer formas sociales totalitarias, porque la función de la Universidad es desarrollar el tipo de conocimiento «tecnificante» que pretende mantener el caos lejos de la sociedad, en una Naturaleza...
@olafdominguez
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@diego @olafdominguez ...bien separada de la acción humana, admirada, conservada, integrada, deificada, esencial... pero ajena. Por eso el nacionalismo alemán, como el vasco, idolatrarán la casa campesina decimonónica hasta acabar vaciándola, convirtiéndola en una atracción más del parque temático rural al que el nacionalismo esencialista aboca al campo. Porque el campo alemán (como el vasco) no son ni Naturaleza ni empresa productiva. Son paisaje, respiraderos del espíritu nacional en una época en la que hay que admitir la industria pero no dejarse dar forma espiritual por ella. Por eso mandan a los niños de montañeros (antes del scoutismo en el caso alemán), por eso los tiradores de montaña, junto con los gimnastas son los protagonistas durante todo el XIX de los actos nacionalistas, por eso se sube a las montañas, re-deificadas ahora como fuentes espirituales y símbolos ancestrales.
El «naturalismo» del nacionalismo esencialista no es ancestral por supuesto, es la más genuina expresión de la esquizofrenia industrialista y de la alienación capitalista... pero de dónde si no iban a nacer los verdes?
Pero en fin, esa es otra historia...
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@ester Hay muchos libros guapos para entender el nacionalismo y su historia. Digamos que básicamente hay tres interpretaciones:
La primera, desde el punto de vista de la historia de la ideas es la que toma a Herder como clave para entender el posterior esencialismo «alemán». Son muchos los que toman ese camino. Uno, y no menor, es Gustavo Bueno en su «El mito de la cultura», pero la verdad es que no era una pluma muy evocadora (ni lo pretendía). Por contra, un ensayito precioso que hace muy bien la argumentación racionalista anti-esencialista es «La Derrota Del Pensamiento» de Alain Finkielkraut, sobre todo porque une muy bien la exposición de Herder y el romanticismo a la crítica del tercermundismo y la exaltación de las tiranías postcoloniales. Es muy divertido leerlo, es breve y lo recomiendo mucho.
La segunda sería la visión del nacionalismo esencialista como un relato evocador, como una especie de sirena que captura en la melancolía y la muerte a generaciones enteras y se pregunta por qué funciona cuando es obvio que solo lleva al desastre. Mi favorito en esta línea (que en un momento se hizo popular en España con los libros de Juaristi) es «Ancestral Voices» de Conor Cruise O'Brien, que cuenta sus memorias de niño irlandés en los terribles sucesos que llevaron a la independencia de Irlanda.
(cont)
@diego @olafdominguez
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@diego @ester @olafdominguez
La última sería la que intenta responder a la pregunta «por qué inventamos la nación, para qué la necesitamos» e inevitablemente abre la puerta a un «¿y es necesario todavía?». Esta es la línea del maravilloso «Comunidades imaginadas» de Anderson pero también de ensayos sobre «la invención de la tradición» característicos de Hobsbawn y su escuela en su aproximación al siglo XIX británico (y en menor medida, Europeo).
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Por cierto, una cosa importante de la segunda aproximación es que con aun más claridad incluso que las demás, es que a base de apreciar cómo se construyen los relatos y se imaginan identidades a partir de ellos, muestra, normalmente involuntariamente la equivalencia casi total entre el nacionalismo clásico y los discursos de enganche de muchos izquierdismos que no necesariamente se presentan como nacionalistas. @diego @ester @olafdominguez
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@ester @olafdominguez se me olvidó añadir que el primer grupo son generalmente «nacionalistas constitucionales», es decir, aunque creen que existe una comunidad nacional que les genera identidad personal, su concepción del estado es muy similar a la nuestra: el estado para ellos debería estar basado en la ciudadanía, no en la nacionalidad. Creo que en este grupo cabrían no solo Finkielkraut sino también seguramente Alvarez Junco. Aunque, hay excepciones, como Bueno, claro, que luego de diseccionar el herderianismo sacó su definición étnica de España como la comunidad imaginada de los europeos que hablan español como primera lengua. El segundo grupo está formado por nacionalistas como O'Brien e incluso nacionalistas «seriales» como Juaristi, prisioneros de la necesidad de relatarse a sí mismos como parte de una gran saga épica, si abandonan un nacionalismo es para abrazar otro. Y el último por marxistas académicos británicos de los que seguro que ni el mismísimo Marx redivivo podría saber dónde se sitúan ellos mismos dentro de su propio relato ni que desean para el estado una vez cayó la URSS (Hobsbawn fue toda su vida parte del PCGB, los comunistas prosoviéticos británicos).
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@david @olafdominguez Gracias David. Unas entradas que dan mucho que pensar. Creo que entiendo mejor como surge ese nacionalismo esencialista alemán, un rechazo del racionalismo y universalismo francés, supongo que combinado con un deseo de reforzar una identidad alemana que lleve a su unificación.
Leyendo también en otros lugares resulta revelador ver los paralelismos entre la Alemania de aquella época y la China actual. Una "esquizofrenia" similar. Esencialismo y estructuras arcaicas por un lado, y mercado y futuro por el otro.
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@diego China, Irán, media Africa... por no hablar, aunque a otro nivel, de Iberoamérica... la combinación de un discurso esencialista de la nación con estructuras que siguen siendo muy reticentes a la idea de ciudadanía y desigualdades brutales crea verdaderos polvorines. @olafdominguez