La última desaparición global y masiva de biodiversidad no fue la del Cretácico, estamos inmersos en ella hoy en día. Bienvenidos a la sexta extinción.
Homo sapiens, asesino ecológico en serie
Ocurrió hace unos 45.000 años, en un tiempo en el que la Tierra estaba dividida en varios sistemas ecológicos independientes, cada uno con una fauna y flora particular. No está claro cómo sucedió, y los estudiosos tienen serios problemas para explicarlo: salvar brazos de mar de más de cien kilómetros era una tarea titánica para los humanos de entonces.
Aquella hazaña fue, en opinión del historiador Yuval Noah Harari, autor de De animales a dioses: breve historia de la humanidad, “uno de los acontecimientos más importantes de la historia, al menos tan importante como el viaje de Colón a América o la expedición del Apolo 11 a la Luna”. Era la primera vez que un gran mamífero terrestre —el ser humano— abandonaba el sistema ecológico afroasiático. Homo sapiens había llegado a Australia, un lugar en el que, nada más llegar, ya estaba en el primer eslabón de la cadena alimentaria. Desde entonces se convertiría, en palabras de Noah Harari, en “la especie más mortífera en los anales del planeta Tierra”.
El nivel del mar ha ascendido desde aquellos tiempos, sumergiendo la costa indonesia —desde donde, supuestamente, partieron aquellos humanos— bajo cien metros de agua, lo que complica encontrar pruebas que esclarezcan el misterio de cómo pudo colonizar homo sapiens el continente australiano. Lo que sí sabemos es lo que pasó tras la llegada de este particular homínido poco peludo a esta antigua terra incognita: 23 de las 24 especies animales de más de 50 kilogramos, además de un buen número de otras de menor tamaño, desaparecieron para siempre en unos pocos milenios, la transformación más importante del ecosistema australiano en millones de años.