Este artículo proviene de Reivindicando el habla andaluza (I)
Quienes tenemos ya unos años, siempre hemos recordado con tristeza como, desde pequeños, en la escuela, se nos prohibía hablar en nuestra lengua nativa, con la que nos comunicábamos en nuestra casa con nuestros padres y hermanos, y en nuestras calles con nuestros vecinos y amigos. El habla andaluz era tachada de vulgar, propia de personas incultas y, por tanto, si queríamos “ser alguien”, teníamos que abandonarla y usar el castellano culto como las personas de alto calado social.
Reivindicando el habla andaluza (II) - La Réplica
El habla andaluza era considerada como una característica del más bajo estatus social de quienes vivíamos al sur de los Despeñaperros. Era algo así como un elemento definitorio de los sectores más empobrecidos social y culturalmente de Andalucía. Lo peor era que muchos andaluces, incluso de los más marginados, nos creíamos este sambenito y nos esforzábamos en hablar “fino” ante nuestros maestros y personas con reconocimiento social en nuestros pueblos, con el fin de evitar que nos dejaran en ridículo públicamente, tachándonos de ignorantes e incultos.
Por este motivo, me enojó la imagen que dio el programa de Antena 3 titulado El Hormiguero, cuando su presentador, el Sr. Pablo Motos, se metió en el papel de académico ilustrado para reprimir al Sr. Sarriá, superviviente del dúo “Sacapuntas”, por su “mal castellano” y por hablar en andaluz y todo porque no había pronunciado las eses. El humorista malagueño quedó atónito por la reprimenda pública del Pablo Motos debido a expresarse en su habla andaluza natural, como si eso supusiera una enorme dificultad para entenderlo. Finalmente, el presentador acabó humillando al humorista al obligarle a hablar en “castellano” frente a la audiencia.