Por ejemplo, no podía haber lugar a la distinción tajante entre entrevistador y entrevistado que dictaminan los textos ortodoxos de metodología: había que transformar la entrevista en una experiencia de participación y consenso entre el dador y el recibidor de la información, en la cual ambos se identificaron en cuanto a la necesidad y fines compartidos de esa experiencia.
Orlando Fals Borda
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