Una humanidad que no protege a sus niños, que los abandona y mangonea, los explota, los vende..., es una humanidad indigna, degenerada, despreciable. Asà de claro.
"A los 14 y 17 años de edad, lo habitual es experimentar al máximo esa etapa vital del desarrollo del ser humano, que tanto marca para el resto de la existencia. Pero en 2015, ese curso natural de la adolescencia se quebró en la vida de Amal y Tarek, cuando huyeron desde Irak hacia Europa."
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