El culto a la personalidad es de las cosas más enfermizas que pueda existir, anula la capacidad de autocrítica y discernimiento de la realidad de quienes siguen ese sendero, en todos los sentidos hay una diferencia entre admirar a alguien y adorarlo, recuerden son humanos igual que nosotros, las hazañas no eliminan sus pecados, es algo que de verdad muy a menudo se olvidan a conveniencia sean de un lado u otro político o religioso.