El 26 de septiembre de 1983 (todavía 25 en Estados Unidos), Stanislav Petrov evitó lo que pudo ser una catástrofe mundial cuando se produjo el llamado Incidente del equinoccio de otoño, que colocaría al mundo a escasos segundos del Apocalipsis atómico. A las 00.14 (hora de Moscú) un satélite soviético dio la alarma: un misil balístico intercontinental estadounidense se habría lanzado desde la base de Malmstrom y en 20 minutos alcanzaría la Unión Soviética.