A lo dicho, quisiera apuntar que los idiomas son herramientas para transmitir el pensamiento en un colectivo, de modo que terminan por ser exponentes de la cultura de un pueblo. El ponerse de acuerdo en el uso de uno es sólo para favorecer la comunicación, lo que en principio, no constituye un acto de dominación.
Lo que sí lo produce es la negación de otras culturas, que por derecho propio, tienen derecho a existir.
La defensa de las lenguas minoritarias es, por lo tanto, un acto de resistencia que busca salvaguardar la existencia de culturas humanas de valor incalculable.