Con todos ustedes, la Pampa de la Quinoa:
Abro hilo.
Con todos ustedes, la Pampa de la Quinoa:
Abro hilo.
En medio de la llanura peruana, en un lugar conocido como La Pampa de la Quinoa (por cierto cereal cuyo consumo se ha popularizado en Europa en los últimos años) se alza un gigantesco obelisco que puede divisarse desde muchos kilómetros de distancia. Se erigió en honor a los héroes de la independencia del Perú, y a la gloriosa gesta que protagonizaron al derrotar al ejército realista en la Batalla de Ayacucho, que tuvo lugar en aquel mismo sitio el 9 de diciembre de 1824.
Aquel día se desintegraron los restos del moribundo Imperio Español en América del Sur tras un largo proceso que se inició con la Guerra de la Independencia Española contra Francia.
La América española estaba socialmente dividida: Los criollos, descendientes de españoles, pero que no sentían apego alguno por una patria a la que no conocían, anhelaban la independencia.
Mientras tanto, los peninsulares, nacidos en España, acaparaban el poder político y las influencias con la metrópoli, negando a los criollos el acceso a los puestos de relevancia.
Al igual que en España, las colonias tuvieron que cubrir el vacío de poder generado por el secuestro del gobierno durante la Guerra de Independencia, y se crearon “juntas” que ejercieron el autogobierno de las provincias y que iban a servir para articular el camino hacia la independencia.
Al principio fue Argentina, que a partir de 1810 se declaró independiente y no volvió a control español. También Venezuela hizo un intento de independencia. Otros territorios, terminada la guerra, volvieron a ser controlados por España. Sin embargo, la semilla de la independencia había sido plantada, y geminaría en forma de rebeliones y alzamientos contra la autoridad real en los años siguientes.
Durante los años que mediaron entre 1814 y 1824 surgieron figuras como Simón Bolívar, José de San Martín, Antonio José de Sucre y otros, que lideraron el movimiento por la independencia acorralando lentamente al poder colonial dentro del Virreinato del Perú. En toda América del Sur se conoce a estos personajes como los Libertadores, por su decisiva contribución a la emancipación de las naciones de América.
En 1820, el ejército reunido en España para controlar estas rebeliones se levantó en armas contra el poder absolutista de la corona al mando de Rafael de Riego, y nunca llegó a América; de hecho, España nunca más envió otro ejército hacia América. Los problemas domésticos eran tan acuciantes y la situación económica tan extrema, que las colonias tendrían que contener el auge independentista con sus propios medios.
Y los medios no fueron suficientes. En el verano de 1824, una lucha encarnizada por el poder dentro de las filas realistas desembocó en una feroz batalla que casi exterminó a las fuerzas leales a la Corona, dejando con ello el camino expedito a los independentistas.
En diciembre de aquel mismo año, las fuerzas combinadas de los independentistas derrotaron en la Pampa de la Quinoa, cerca de la ciudad peruana de Ayacucho, al ejército realista, finiquitando así más de cuatro siglos de presencia española en el continente americano.
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