Los rusos se han encontrado un panorama en Occidente en el que los responsables políticos de todo tipo utilizaban sus dispositivos de trabajo para seguir la actualidad en las redes sociales, interactuar con los usuarios, pulsar en los enlaces que les enviaban, abrir archivos (una página web es un conjunto de archivos) y establecer contactos virtuales con desconocidos. O sea, las puertas completamente abiertas para los malos.