Los pro-rusos no contarán que tienen granjas de trolls, ni tampoco el rumor de que tienen granjas de bebés donde personajes oscuros compran decenas de ellos al año y que ellos atribuyeron en los círculos de la BHH a los ucranianos, pero la historia era más antigua y de localización rusa, según gente que ya la había visto antes en internet. Y el ciudadano occidental lo que sentirá es no sólo desafección por Clinton, y por Trump, sino también por los medios que le hurtan esos detalles clave.