Pero es cierto que sería muy erróneo pensar que Putin pretende la instauración de “un fascismo rojo”. Putin no es un idealista, pretende el fascismo a secas. La geopolítica y la cuarta teoría política le sirven como herramientas de ese proyecto para desarrollar una red de países y organizaciones satélite atados también por la “diplomacia blanda” de la ideología al nuevo imperialismo ruso.