Bajé al salón (era una casa de tres plantas) y todavía no estaba preparada la comida de Navidad. En la mesa del comedor se acumulaban los periódicos del 21, del 22 y del 23. Estábamos suscritos a El País y mi padre no lo leía, aunque le gustaba que le leyera algunas noticias yo. Me dijeron que había llegado ayer y que me había pasado un día durmiendo. Yo recordaba perfectamente que habíamos cenado y a las dos o a las tres había llegado a casa.