Recordaba todo, y sin embargo había una especie de bloqueo que me impedía entender lo que había sucedido. Pensaba en ello, pero sólo me preguntaba qué hacían ahí los periódicos si todos los días mi padre me dejaba el periódico en la mesa del comedor y yo lo leía en una butaca antes de comer. "Me faltan tres días", me decía a mí mismo. Sólo cuando corté la relación con Simón, y por lo tanto con Ricitos, empezó a desbloquarse el "pasmo" que tenía.