A Ricitos de Oro me la encontré varias veces en San Lorenzo de la Escoria a lo largo de los años. En una cogió el mismo autobús que yo hacia Villaba y fui a tomar algo con ella. Le hablé abiertamente y le pregunté si Simón me había secuestrado el día que celebramos el cumpleaños. Y me dijo que sí, con un testigo y abiertamente, rotundamente, pero que esa era una cosa para hablarla en otro sitio.