La izquierda internamente no está a la altura ni siquiera de las democracias de hace cien años. Es más gregaria y dependiente del poder de una sola persona que los fascismos de los años 30. Y emocionalmente más corrupta que la burocracia soviética. Y eso se alienta desde las cloacas, porque cuanta menos división de poderes hay en una estructura, cuanto más concentrado está el Poder, y éste es menos democrático, más vertical y más manipulable en función de los intereses y presiones externas.