- Padre, he pecado.
- ¿Qué hiciste, hija mía?
- Escribí una novela erótica con tintes satánicos.
- Eso es una herejía, hermana.
- Y no es todo... el protagonista se basa en una persona real.
- ¿En quién?
- En usted.
- ¿En mí?
- Sí, padre, en usted. Es que usted...
- ¿Qué pasa conmigo?
- Que usted me pone, padre, quiero que se abalance sobre mí y me posea. Por delante, por detrás y de todas las maneras que las Sagradas Escrituras prohíben expresa y metafóricamente. Quiero sentir su hombría apoderarse de mi ser una y otra vez, una y otra vez hasta la extenuación...
- ¡Pero bueno!
- ¿Es grave, padre?
- ¡Es lo que siempre soñé! ¡VEN PARA ACÁ!
- ¡Padre! Estamos en la iglesia, la casa del Señor...
- ¡A la mierda el Señor, su padre, su hijo y el Espíritu Santo! ¡ENTRA AQUÍ Y APÓYATE AHÍ!
- ¡Oh, Padre!
- ¡LLÁMAME BELCEBÚ!