La primera vez que fui a Londres (sólo he estado dos veces), no sabía hablar inglés (ahora tampoco), así que me dejó el avión en un sitio y me tuve que buscar la vida para ir al centro. Al final, tomé un tren que me pareció que me vendría bien, aunque no me importaba mucho, a algún sitio iría a parar. Ya sabes, es el viaje lo que importa.
En un momento dado, miré por la ventanilla y vi las torres de la Battersea Power Station, no me lo esperaba, ni siquiera sabía que se llamaba así.
Y me sentí en casa.