De mi mayor consideración, tratándose usted de una de las figuras con mayor jerarquía y rango, me dirijo con el ánimo de dejar constancia del error fatal que cometieron al ingresarnos al legajo de la Seccional N° 35 el pasado jueves 15 de octubre. Quienes estábamos detenidos fuimos catalogados como escritores.
Yo no soy un escritor.
Los escritores no tiran piedras.
Compiten, husmean en el boceto ajeno.
Se sienten parte de una época, de un tiempo.
Tallan una identidad.
Dominan un tópico.
Los escritores se deslindan de su obra.
Buscan las palabras en el diccionario de sinónimos.
No tienen sexo por placer.
Creen tanto en sus defectos como en sus virtudes
¡No bailan!
Comen asado.
Tienen lápices de marca, de trazo limpio.
Los escritores mandan a corregir sus textos.
Se sacan una foto para el libro.
Precisan prólogos.
Toman bebidas fuertes.
Leen en público.
Usan camisa con jean.
Los escritores no se contradicen.
Tienen número de página.
Guiñan a sus maestros.
Usted y yo sabemos muy bien que lo ocurrido aquella noche configura desacato, usted mismo nos mostró por qué y fuimos capaces de comprendernos, creo.
Por favor, le solicito con mi más hondo respeto que solucione este malentendido de forma urgente.