Nacho, de 9 años, cuenta que en la boda de una de sus primas lo llegaron a sentar en la mesa junto Elena, una amargada que solo sabe quejarse de que no encuentra novios: "Me sentí desplazado, humillado". El estigma del niño en las bodas, se les sigue impidiendo emborracharse y encima les dan la turra dramática.