F. A. Lord, autor de Civil War Collector’s Encyclopedia, cuenta que, tras la batalla de Gettysburg, se recuperaron 27.574 mosquetes del campo de batalla. De estos, casi el 90 por ciento (veinticuatro mil) estaban cargados. Doce mil de ellos era mosquetes cargados más de una vez, y seis mil de los que tenían múltiples cargas tenían de tres a diez balas en el cañón. Un arma había sido cargada veintitrés veces.
@Ruymotxo@Randovan@enocontravel no es fácil matar. Por muy en guerra que estés. Tienes que estar muy enagenado, o verte realmente acorralado (él o yo/mis hijos)
Uno de mis abuelos fue reclutado por los nacionales y llevado a Andalucía a "combatir" en la guerra civil. Las comillas son porque estuvo en un frente que era un chiste (al menos cuando él estuvo). Cada mañana les daban una cantidad de munición que debían agotar, así que se iban a las trincheras, disparaban todo el cargamento al aire y volvían al pueblo a hacer su vida.
Incluso unas navidades recibió unas provisiones que repartieron desde el bando republicano a sus "enemigos".
Se mata cuando ya no se tiene más remedio, pero, de poder evitarlo, la inmensa mayoría de las personas optará por no hacerlo.
Si todos los soldados hubieran albergado una necesidad desesperada de disparar sus armas en combate, entonces muchos de estos hombres deberían haber muerto con sus armas descargadas. La conclusión más obvia es que la mayoría de los soldados no intentaba matar al enemigo. Al parecer, la mayoría de ellos ni siquiera quería disparar en la dirección del enemigo.
Más del 95 por ciento del tiempo se dedicaba a cargar el arma, y menos del 5 por ciento a disparar. Si la mayoría de los soldados se hubiera afanado en matar de la forma más rápida y eficiente posible, entonces el 95 por ciento habría recibido un disparo cuando su arma estaba descargada, y cualquier arma cargada, preparada y amartillada hubiera sido recogida de los camaradas heridos o muertos y disparada.
@Peritocaligrafo@Ruymotxo@XanaAsturiana@enocontravel Pues no, matar no. Nunca y a nadie. Ni eliminarlos. No escuchar, vale, no hacer caso, vale. Pero odio no. Y si ellos me odian, pues peor para. ellos. Si me quieren tocar ya será otra cosa, que a malas no soy muy pacífico. Pero que viva todo el mundo.
Exacto. A mi abuelo en ese lugar le traía sin cuidado la guerra. Fue obligado por miedo a que le pasara lo que había visto en su tierra, pero no tenía ningún interés en aquello. Al menos tuvo suerte y le tocó un sitio donde pudo estar ausente.