el 15M mereció la pena y conviene repetirlo y radicalizarlo tanto y tantas veces como sea necesario. sirvió para agitar conciencias, fue un chute de autoestima colectiva, contribuyó a visibilizar a mucha gente que creía que no era nadie, tejió alianzas intergeneracionales e internacionales y proporcionó algo de esperanza en un mundo en el que el dinero y las mercancías tienen primacía sobre las personas.
¿Es poco? Lo es.