... y después de 7 horas saltando de bus en bus y de estación en estación como si me hubiera bajado una tableta de ácidos, este fin de trayecto se agradece un montón: un silencio envuelto con el arrullo del río como fondo y como acompañamiento el tintineo del cencerro de alguna vaca que esta noche duerme al fresco, y ahí en lo alto la luna de testigo, nada más, absolutamente nada más...