"Un hombre tenía dos hijos. Un día, el menor le dijo 'Padre, dame mi parte de la herencia'. Él les repartió la herencia. Pocos días más tarde, el hijo menor se compró un celular y se abrió una cuenta de Twitter, donde malgastó su tiempo tuiteando y retuiteando como un tuitero. Entonces tocó fondo y se dijo, '¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen club de lectura mastodóntica en abundancia, mientras yo estoy aquí leyendo las boludeces que dice Milei!'. Y, sentándose, se hizo una cuenta en Mastodon, donde su padre lo recibió con los brazos abiertos. Su hermano mayor se ortibó un toque, pero al final lo empezó a seguir y todo".