"El Pueblo Mapuche sostiene que una de las facetas de todo este modelo es un ocio perverso que busca en un turismo inconsciente, desafiar a pu newen (fuerzas) de la naturaleza. Por este motivo a quienes alzaron rápidamente la voz en contra del sitio sagrado no les molesta que millones de hectáreas de Patagonia estén en manos de extranjeros como Benetton o Lewis, porque el problema no es la soberanÃa, sino el miedo a no poder seguir explotando, expropiando y extrayendo recursos a su antojo.
Esta no es solo una discusión del Pueblo Mapuche, es la constante tensión entre el capital y la vida, entre formas de habitar basadas en la interdependencia y la ecodependencia y formas individualistas y antropocéntricas que solo piensan en el lucro y el uso indiscriminado de los bienes comunes convertidos en recursos, y de los territorios, convertidos en espacios turÃsticos a los que se cobra por ingresar. No es una discusión del pasado que atenta contra el progreso, es una de las discusiones de mayor actualidad en el marco de la crisis ambiental y civilizatoria que atraviesa nuestro planeta. "